10. Escucha la palabra del Señor Él confirma lo que había dicho anteriormente, que la venganza del Señor no es cruel; porque merecían un castigo mucho más severo. Porque aunque había una diferencia entre ellos y los habitantes de Sodoma en cuanto al castigo, su culpa era la misma; para que el castigo igual podría haber sido infligido, si el Señor no los hubiera salvado. Esto equivale a que, si han recibido un tratamiento más leve, no es porque hayan pecado menos atrozmente que los habitantes de Sodoma, sino que deben atribuirse a la misericordia de Dios.

Cuando le da a los gobernantes el nombre de Sodoma, y ​​distingue a la gente por el nombre de Gomorra, esto no indica que hay una diferencia, sino que su condición es similar. Pero al repetir lo mismo dos veces, la diversidad de los nombres aporta elegancia adicional; como si hubiera dicho que no hay mayor diferencia entre los gobernantes y la gente que entre Sodoma y Gomorra. Hay, sin duda, una alusión a las diversas filas de hombres, asignándoles, por separado, por así decirlo, dos ciudades; pero como Sodoma y Gomorra quieren decir lo mismo, percibimos que los arroja, por así decirlo, en un solo paquete. En resumen, el significado es: “Si alguien se forma una opinión sobre las personas y los gobernantes, encontrará que hay una semejanza tan cercana entre ellos como entre Sodoma y Gomorra, o entre un huevo y otro; porque ninguna parte es más sólida que cualquier otra parte ".

El Profeta comienza despojando a los judíos de sus disfraces, y con justicia; porque si bien todos los hipócritas están acostumbrados a emplear extraños revestimientos para ocultarse de la vista, esa nación era particularmente adicta a este vicio, y en ningún tema los profetas lucharon con ellos de manera más aguda o feroz. Junto con sus alardes sobre la pretendida santidad, también reinaba el orgullo, y se jactaban de la grandeza y la excelencia de su nación tanto como de las ceremonias y la adoración externa. Tanto más se ofendieron por la gran dureza con que Isaías se dirigió a ellos. Pero era necesario arrastrar su maldad de sus lugares al acecho, y por lo tanto, cuanto más arrogante sea su comportamiento, mayor es la vehemencia con la que el Profeta truena contra ellos. De la misma manera deberíamos tratar con todos los hipócritas.

La palabra del Señor El Profeta toma la palabra y la ley para la misma cosa; y, sin embargo, creo plenamente que empleó a propósito el término ley para mirar su absurda opinión; porque, al imaginar que la ofrenda de sacrificios, no acompañados por la fe y el arrepentimiento, puede apaciguar a Dios, ponen una interpretación absurda de la ley. Con estas palabras les recordó que, al citar a Moisés a ellos, no introduce nada nuevo y no agrega nada a la ley; que solo es necesario que escuchen cuál es la voluntad de Dios; y que sobre este tema los instruirá fielmente. Para que no supongan que, por una creencia infundada de su propia justicia, pueden engañar a Dios, él también les recuerda que la ley no les da rostro en este asunto.

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