Todos tus gobernantes, los oficiales del ejército judío, han huido juntos, están atados por los arqueros, llevados cautivos con facilidad, porque no tienen armas, ni siquiera tensan un arco para defenderse; todos los que se encuentran en ti están unidos, los que han huido de lejos, habiendo recorrido una gran distancia para encontrar seguridad en la capital, pero tristemente decepcionados en sus esperanzas. Todo esto llena al profeta de profundo dolor.

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