¡Ay del que lucha con su Hacedor, una persona individual que trata de pedir cuentas al gran Dios del cielo y de la tierra! Luche el tiestos con los tiestos de la tierra, es decir, el hombre con su igual. ¿Dirá el barro al que lo modele, discutiendo con el alfarero: ¿Qué haces? ¿O tu obra no tiene manos? no poseer suficiente fuerza y ​​habilidad para producir algo que valga la pena. La sola idea de que esto ocurra es absurda, pero la murmuración del pueblo contra el Señor no lo es menos. Por tanto, el Señor reprende esta presunción en una declaración solemne.

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