un asno salvaje acostumbrado al desierto, no domesticado, que aspira el viento a su gusto, tanto para enfriar su ardor como para dirigir su camino; en su ocasión, su ansiedad por lograr su propósito, ¿ quién puede rechazarla? Todos los que la buscan no se cansarán, no tendrán necesidad de fatigarse en encontrarla; en su mes, en la estación del año en que este impulso es más fuerte, la encontrarán, porque la encontrarán fácilmente, ya que actúa bajo el impulso incontrolable de su instinto. Con la misma fiereza y desprecio de las consecuencias, Israel se volvió adicto a su idolatría.

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