Cortad al sembrador de Babilonia y al que maneja la hoz o la guadaña, en el tiempo de la siega, para que sean destruidos tanto los sembradores como los segadores, y no haya cosecha en todo el país; por temor a la espada opresora, cada uno se volverá a su pueblo, y cada uno huirá a su propia tierra, los forasteros en el país se preparan para preservar sus vidas antes de que venga la catástrofe amenazante. Frente a este destino de Babilonia se coloca la liberación de Judá de la opresión y el exilio.

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