Estaba tranquilo, pero me ha quebrantado, haciéndolo añicos, haciéndolo pedazos; Él también me tomó por el cuello y me hizo pedazos, como un hombre que es agarrado por la cabeza y arrojado por un precipicio, donde todos sus miembros están rotos, y me ha puesto para Su objetivo , el objetivo en el que Él dirigió sus flechas.

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