Entonces los marineros, los marineros en el barco, tuvieron miedo y clamaron cada uno a su dios, porque los marineros eran de varios países y adoraban a varios dioses, y arrojaban las mercancías que estaban en el barco, la carga que ella llevaba, en el mar para aligerarlo de ellos, de modo que ella cabalgara más alto en el agua y ya no estuviera en peligro de hundirse. Pero Jonás había bajado a los costados del barco, a su camarote o bodega; y se acostó y se durmió profundamente, pensando que estaba a salvo de todo peligro.

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