Y supe que siempre me escuchas; pero a causa de la gente que está presente, lo dije, para que crean que tú me enviaste.

Cuando Jesús se dio cuenta de la amarga burla que sus enemigos estaban tratando de amontonar sobre Él incluso en este momento, nuevamente se agitó fuertemente, lleno de indignación, pero esta vez por su irracionalidad y ceguera. Ese es el colmo de la hipocresía, cuando las personas asumen un comportamiento piadoso, pero de paso están llenas de enemistad y odio hacia Cristo. Mientras tanto, habían llegado a la tumba, que era una abertura excavada en la roca, sobre la cual se había colocado una piedra grande.

Cuando Jesús les dijo a algunos de los hombres presentes que quitaran la piedra, Marta intervino. El cuerpo era ahora, literalmente, uno de cuatro días; había permanecido en la tumba durante cuatro días y, por lo tanto, sabía que la descomposición había progresado hasta tal punto que el olor era extremadamente desagradable. En la grandeza de su dolor, Marta no estaba usando su mente espiritual. Probablemente pensó que Jesús simplemente quería echar un último vistazo al rostro de su amigo.

Así, los creyentes, en la hora amarga, cuando ven las evidencias de muerte y decadencia ante sus ojos, están tan absortos en la contemplación de sus terrores que ya no alzan sus mentes al Rey de la Vida. El Señor reprendió a Marta por la pequeñez de su fe, porque le había mostrado la certeza de ver la gloria de Dios ante sus ojos. En la resurrección de los muertos se revela la gloria de Dios.

Si creemos con todo nuestro corazón en Cristo, quien es la Resurrección y la Vida, veremos la gloria de Dios, cuando Él levante a los muertos de sus tumbas. Cuando la piedra fue quitada, Jesús levantó los ojos al cielo y pronunció una oración de acción de gracias, indicando la intimidad de la unión entre el Padre y Él mismo. El Señor había dicho repetidamente que había sido enviado por el Padre para realizar ciertas obras y milagros, y que no hizo nada sin el Padre, y esta oración nuevamente dio evidencia en ese sentido.

Habló con plena confianza como si el alma de Lázaro hubiera regresado a su cadáver. Agradeció a su padre por escucharlo; Expresó la certeza de su conocimiento de que siempre sería escuchado de la misma manera; y declaró que hizo Su oración por el bien de las personas presentes, para que pudieran ver la intimidad que se obtenía entre ellos, y para que pudieran creer en Su misión del Padre.

Jesús aparece aquí como un verdadero hombre que, antes de emprender una tarea difícil, mira a Dios y suplica su ayuda. Y la oración del Señor es un modelo también en este sentido, que la verdadera fe agradece a Dios por recibir sus dones y misericordias incluso de antemano, sabiendo que la concesión de la petición es segura.

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