Sin embargo, nadie habló abiertamente de él por temor a los judíos.

Jesús dejó que sus hermanos, con sus peculiares ideas sobre las revelaciones mesiánicas, subieran solos a la capital. Pero después de que se fueron, comenzó su viaje hacia la fiesta, sin la publicidad que le habían recomendado. Por eso se había negado a ir con ellos abiertamente, porque la atención que atraería en el camino y en su llegada a Jerusalén no sería beneficiosa para la causa.

Fue en secreto, para no causar excitación e irritar a los judíos en tal condición mental que llevarían a cabo su plan asesino de inmediato. El objeto de Su viaje fue solo enseñar en Jerusalén una vez más, predicar el Evangelio de la redención a través de Su Palabra y obra. Pero muchos de los judíos lo estaban esperando; estaban haciendo averiguaciones sobre él y su paradero. Pero todo esto se hizo en silencio, para no llamar la atención.

Incluso las murmuraciones y disputas disputadas acerca de Él y Su obra se hicieron encubiertas. Algunos de la multitud tomaron su parte, considerándolo 'un buen hombre, cuyas intenciones no podían ser malas; otros con la misma vehemencia lo denunciaron como un seductor y engañador del pueblo. Pero todo esto tenía que hacerse en estricto secreto; sus discusiones tenían que ser suprimidas y llevadas a cabo en voz baja. Todos esperaron a que las autoridades de la Iglesia dieran su decisión.

Nota: Los incrédulos de todos los tiempos pueden ser clasificados de la misma manera que en este pasaje. Una clase cree que Jesús es un campeón de la virtud, la otra tiene la opinión de que es un mentiroso y un tramposo deliberado.

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