Porque el castigo de la iniquidad de la hija de mi pueblo es mayor que el castigo del pecado de Sodoma, que fue derrocado como en un momento, la catástrofe que sobrevino a la ciudad con gran rapidez, y ninguna mano se detuvo sobre ella, fue no es necesario que ninguna mano humana esté activa en su destrucción, ya que el Señor mismo trajo la calamidad sobre ella. El destino de Jerusalén fue más terrible que el de Sodoma porque su culpa era mayor. Así, Sodoma, por ejemplo, se libró de las lentas torturas del hambre y la pestilencia por lo repentino del castigo que acabó con su existencia.

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