De cierto os digo que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él.

El incidente aquí contado sucedió en una de las aldeas, probablemente en Perea, mientras Jesús estaba en su último viaje a Jerusalén. La bondad de Jesús ganó los corazones de todos los que no estaban llenos de prejuicios contra él. Y, por tanto, las madres de la aldea llevaron a Jesús a sus niños pequeños, a sus bebés, para que Él les impusiera las manos en señal de bendición. No hubo nada de superstición en este acto.

Pero los discípulos, tan pronto como se dieron cuenta de este procedimiento, reprendieron gravemente a las madres por molestar al Maestro, quien en su opinión estaba demasiado ocupado y ocupado con preguntas demasiado importantes para ser molestado con nimiedades. Pero la opinión de Jesús en este asunto difería decididamente de la de sus discípulos. De una manera que provocó un mundo de reproches por su interferencia, llamó a las madres, invitándolas a que vinieran.

Estaba contento y quería que le trajeran a los niños pequeños. Nadie debe interferir de ninguna manera con ese acercamiento ni negar a los pequeños la amistad y la bendición del Salvador. De tales es el reino de Dios. Ese es el requisito para entrar en el reino de Dios, que la fe debe ser tan simple y sincera como la de los niños. Aceptan a Jesús, su Salvador, sin cuestionar y sin duda; lo aman y se aferran a él con gozoso abandono.

Jesús hace con seriedad solemne esta declaración de que nadie puede entrar en el Reino si no lo acepta como un niño. Nota: Dado que la única forma en que alguien puede acercarse a Jesús es por fe, se deduce que los niños pueden creer muy bien. Además: dado que el único medio de gracia del que sabemos que puede transmitir la fe también a los infantes es el Bautismo, se deduce que debemos llevar a nuestros hijos a Jesús por medio de este Sacramento lo antes posible. Finalmente: debemos esforzarnos incesantemente por llevar nuestra razón al cautiverio bajo la obediencia de Cristo en la Palabra, a fin de que nuestra fe se vuelva simple y parecida a la de un niño.

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