Y. mientras iban a comprar, llegó el novio; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; Y la puerta fue cerrada.

Después de un retraso inusualmente largo, después de que casi habían perdido todas las esperanzas, alguien, despertado por el ruido de la compañía del novio que se acercaba, dio la alarma. Todas las vírgenes se levantaron rápidamente y recortaron las mechas de sus lámparas, para que pudieran estar ardiendo con todo su brillo al entrar en la fiesta de bodas. Pero las vírgenes descuidadas no estaban preparadas para la emergencia, sus lámparas, cuyo aceite se había consumido, estaban a punto de apagarse, había un simple resplandor de una mecha seca.

Pero su llamado a las vírgenes prudentes fue recibido con frialdad. Si se concedía su solicitud, existía el peligro de que a todos les faltara aceite y se les negara la entrada al festival de bodas. Esto no es egoísmo, sino prudencia sensata. En la emergencia de la venida de Cristo al Juicio, la ayuda de la vida cristiana es cosa del pasado, y los lazos de la amistad e incluso de la relación más cercana se rompen.

El tiempo de gracia ha llegado a su fin. Los comerciantes, los dispensadores de la gracia de Dios, definitivamente han cerrado sus tiendas. Todos deben valerse por sus propios méritos. "Eso es un trueno contra aquellos que confían en los méritos de los santos y otras personas; ya que ninguno de ellos tiene suficiente para sí mismo, por no hablar de tener algo que sobrar para impartir a los demás. Por lo tanto, cuando ahora quieren vengan y llamen, y también les gustaría entrar a las bodas, tendrán que oír, como las vírgenes insensatas: no las conozco; las que iban a entrar han entrado.

Será una sentencia terrible. "Los intentos frenéticos de las vírgenes imprudentes de proveer leña para sus lámparas fueron en vano. Y, mientras tanto, la procesión de la fiesta llegó a la casa de la novia. Las que estaban completamente preparadas en todos los aspectos fueron con el novio y se sentaron en el tablero del festival, con lo cual se cerró la puerta ¡Palabras fatales que cortaron toda esperanza!

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