Entonces dijo Dios: Llame su nombre Lo-ammi ("no mi pueblo"); porque no sois mi pueblo, es decir, a causa de su rechazo de él, y yo no seré vuestro Dios, ellos no pudieron reclamarlo como su mayor bien, no pudieron invocarlo como su ayudador. Cuando las personas rechazan deliberadamente al Dios verdadero, se apartan de todas las manifestaciones de Su gracia y misericordia; se traen la desgracia sobre sí mismos y no pueden culpar a nadie más que a ellos mismos por su estado de infelicidad.

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