v. 2. Todos los caminos del hombre son limpios en su propia opinión, en su propio juicio; pero el Señor pesa los espíritus, tiene formas y medios para probar a todos los hombres según su valor moral real, y su juicio no es falible como el de los hombres.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad