Beberá del arroyo en el camino; por tanto, levantará la cabeza. Aquel que se vio obligado a beber del arroyo del sufrimiento y la tribulación en el estado de Su humillación, especialmente en Su última gran Pasión, verá confirmada Su exaltación para siempre, ante amigos y enemigos, en el gran Día Postrero. No es más que victoria, conquista y triunfo lo que le toca al Mesías. Con su cabeza en alto por encima de todos sus enemigos, nunca más será humillado, sino que sostendrá el campo para siempre, junto con aquellos que lo han aceptado como su Salvador y Rey, en una victoria y un triunfo eternos.

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