7 Beberá No pocos intérpretes, en mi opinión, exponen este verso de una manera muy dura: que la carnicería sería tan grande como para causar la sangre de los muertos que fluye en torrentes, de la cual Cristo, el Conquistador, podría beber hasta que esté saciado. (332) Similar a esto es la exposición de aquellos que tendrían que ser una representación figurativa de la miseria y el dolor, y por lo tanto descriptiva de las muchas aflicciones a las que Cristo fue responsable durante esta vida transitoria. La similitud parece más bien derivada de la conducta de generales valientes y poderosos, quienes, cuando persiguen al enemigo, no se desvían de su propósito al prestar atención a los lujos; pero, sin arrodillarse, se contentan con saciar su sed bebiendo de la corriente que están pasando. Fue así que Gideon descubrió a los valientes y guerreros soldados; con respecto a arrodillarse para beber como indigente, los envió de regreso a sus hogares, Judas 7: 5 . Por lo tanto, me parece que David figurativamente atribuye destreza militar a Cristo, declarando que no se tomaría el tiempo para refrescarse, sino que bebería apresuradamente el río que podría interponerse en su camino. (333) Esto está diseñado para golpear a sus enemigos con terror, intimidando el rápido acercamiento de la destrucción inminente. ¿Debería alguien estar dispuesto a preguntar: entonces, dónde está ese espíritu de mansedumbre y gentileza con el que la Escritura nos informa que estará dotado? Isaías 42:2; Respondo que, como pastor, es gentil con su rebaño, pero feroz y formidable con lobos y ladrones; De la misma manera, Cristo es amable y gentil con los que se comprometen a su cuidado, mientras que aquellos que rechazan su yugo de forma obstinada y obstinada, sentirán con qué poder horrible y terrible está armado. En Salmo 2:9, vimos que tenía en su mano un cetro de hierro, con el cual derribaría toda la obstinación de sus enemigos; y, en consecuencia, aquí se dice que asume el aspecto de la crueldad, con el fin de vengarse de ellos. Por lo tanto, nos conviene abstenernos de provocar su ira contra nosotros por un espíritu rebelde y de cuello rígido, cuando él nos invita tierna y dulcemente a venir a él.

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