para que nuestros hijos sean como plantas que crecen en su juventud, prosperando con la fuerza de su juventud; que nuestras hijas sean como piedras angulares, pulidas a semejanza de un palacio, gráciles como los ornamentos arquitectónicos, relucientes de oro y colores brillantes, que se encontraban en los salones de recepción de las casas orientales, la figura acentuando tanto la fuerza como la el encanto de las jóvenes;

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad