Sí, envió Sus flechas, las puntas afiladas de Su relámpago, y los dispersó, los enemigos se vieron obligados a huir en todas direcciones; y disparó relámpagos y los desconcertó, de modo que estaban completamente perdidos, impotentes en su confusión. Además, la fuerza de la tormenta fue tan grande que los mismos lechos de las aguas quedaron al descubierto.

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