También me dieron hiel por comida, por alimento en medio de sus sufrimientos; y en Mi sed Me dieron a beber vinagre, ofreciéndole este líquido astringente cuando Su cuerpo estaba atormentado por la sed más insoportable. Tal era la terrible miseria, la indecible agonía; la inconmensurable angustia del sufrimiento de Cristo, en su calidad de Sustituto de la humanidad, como Redentor del mundo.

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