Sus príncipes dentro de ella son leones rugientes, empeñados en la rapiña y el asesinato; sus jueces son lobos vespertinos, impulsados ​​por el hambre al anochecer, siendo su codicia insaciable; no muerden los huesos hasta el día siguiente, y su apetito voraz les hace devorar instantáneamente a sus víctimas, sin dejar nada a un lado para el día siguiente.

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