Job 2:1-13

1 Aconteció cierto día que vinieron los hijos de Dios para presentarse ante el SEÑOR, y entre ellos vino también Satanás para presentarse ante el SEÑOR.

2 El SEÑOR preguntó a Satanás: — ¿De dónde vienes? Y Satanás respondió al SEÑOR: — De recorrer la tierra y de andar por ella.

3 El SEÑOR preguntó a Satanás: — ¿No te has fijado en mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra: un hombre íntegro y recto, temeroso de Dios y apartado del mal; y que todavía se aferra a su integridad a pesar de que tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin motivo?

4 Y Satanás respondió al SEÑOR diciendo: — ¡Piel por piel! Todo lo que el hombre tiene lo dará por su vida.

5 Pero extiende, pues, tu mano y toca sus huesos y su carne, y verás si no te maldice en tu misma cara.

6 Y el SEÑOR respondió a Satanás: — He aquí, él está en tu poder; pero respeta su vida.

7 Entonces Satanás salió de la presencia del SEÑOR e hirió a Job con llagas malignas desde la planta de sus pies hasta su coronilla.

8 Tomaba un pedazo de tiesto para rascarse con él, y estaba sentado en medio de las cenizas.

9 Entonces su mujer le dijo: — ¿Todavía te aferras a tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete!

10 Pero él le respondió: — ¡Has hablado como hablaría cualquiera de las mujeres insensatas! Recibimos el bien de parte de Dios, ¿y no recibiremos también el mal? En todo esto Job no pecó con sus labios.

11 Entonces tres amigos de Job — Elifaz el temanita, Bildad el sujita y Zofar el namatita — se enteraron de todo el mal que le había sobrevenido y vinieron, cada uno de su lugar. Convinieron juntos en ir a él para expresarle su condolencia y para consolarlo.

12 Y cuando alzaron los ojos desde lejos y no le pudieron reconocer, lloraron alzando la voz. Cada uno rasgó su manto y esparció polvo hacia el cielo sobre su cabeza.

13 Luego se sentaron en tierra con él por siete días y siete noches. Y ninguno de ellos le decía una sola palabra porque veían que el dolor era muy grande.

“Among the Ashes”

Job 2:1

It gives God deep pleasure when He can point to one of His servants who has borne fiery trial with unwavering patience and faith. The adversary comes back from his restless, ceaseless rounds, 1 Pedro 5:8; but there is one soul at least which has resisted his worst attacks. Observing Job, the principalities and powers in the heavenly places have learned that God can make a man love Him, not for His gifts, but for Himself, Efesios 3:10.

The adversary suggests a severe test, and God permits it because he knows His child. A limit, however, is put upon the ordeal, 1 Corintios 10:13, r.v. The story is very comforting, because we see that we are not the sport of chance, but in every detail our education is being carried out by our Father's hand.

Our dearest friends may advise us to renounce God and die, but in Gethsemane our Lord taught us to take the Father's will at all costs-though it seem to spell death-sure that he will not leave us in the grave, Salmo 16:10.

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