Superando la duda

Juan 20:26

¡Cuán grande fue la angustia de Tomás durante esa semana, mientras se agitaba entre la esperanza y el miedo, y veía en otros rostros la luz que tal vez no compartiera! Por fin vino Jesús y se adaptó a las necesidades del discípulo perplejo, cumpliendo las condiciones que su pobre fe había impuesto. Jesús estaba decidido a ganar esta pobre alma hambrienta para Él y la bendición.

Es poco probable que Tomás se valiera de la invitación de Jesús de extender su mano para poder tocar y ver. El conocimiento evidente de Cristo de lo que había dicho Tomás y su disposición a aceptarlo fueron suficientes. Pero, como dijo nuestro Señor, hay mayor bienaventuranza que la que llegó a ser suya. Cuando no hay estrella en el seno de la noche, ni voz amiga en la soledad, creer entonces es acercarse mucho al corazón de Aquel que en la cruz se aferró al Padre en la oscuridad de la medianoche.

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