A continuación, el profeta describió el proceso del juicio. Primero, se le concedió una visión preliminar. Al hombre del tintero que había pasado por en medio de la ciudad, poniendo su marca en los hombres que gemían y lloraban, se le ordenó que pasara entre las ruedas giratorias, que recogiera carbones encendidos en la mano y los esparciera por la ciudad.

Entonces apareció la gloria de Jehová sobre el umbral de la casa, y se oyó el sonido de las alas de los querubines. Ahora se le concedieron visiones de la gloria de Dios, similares a las que el profeta había visto en Quebar, pero se consideró que tenían una estrecha asociación con el proceso del juicio, que estaba a punto de describir. El hombre que recogió su fuego para esparcirlo sobre Jerusalén entró en medio de estas ruedas,

y la gloria visible de Jehová al apartarse del umbral estaba estrechamente asociada con las ruedas y los querubines. Toda la visión de la gloria de Dios se trasladó desde el patio interior del templo más allá de la puerta oriental de su patio exterior.

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