Entonces miré, y he aquí, en el firmamento, la extensión abovedada arriba, que estaba sobre la cabeza de los querubines, los seres vivientes de la primera visión, apareció sobre ellos como si fuera una piedra de zafiro, como la apariencia de la semejanza de un trono. En el capítulo anterior, el Señor había dejado este trono y ocupó una posición en el umbral del Lugar Santo. Aquí Él está nuevamente en Su trono sobre los querubines, como el majestuoso Soberano del universo.

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