El último capítulo contiene una serie de exhortaciones generales. Es evidente que la carta fue enviada a aquellos cuya fe estaba siendo desafiada y debilitada, y cuyo amor, por lo tanto, se estaba enfriando. A estos se les ordena amar en su simple hecho, luego en su manifestación hacia el extraño y, finalmente, en ternura hacia los que están en la cárcel. Pablo los exhortó a la pureza y al contentamiento.

Habiendo tratado los asuntos de su vida interior, mostró su verdadera relación con los maestros, la verdad, la adoración, el servicio y los supervisores del rebaño. Jesucristo, acerca de quien se ha escrito toda la epístola, se declara inmutable. Por tanto, tampoco ellos deben dejarse llevar por enseñanzas extrañas.

Las últimas palabras de la carta constituyen una gran oración combinada con mensajes personales. La oración de Pablo por ellos es que sean perfeccionados para hacer la voluntad de Dios. El motivo de confianza en esta oración queda claro por las declaraciones que rodean la petición en sí. Es una oración al Dios de paz, quien, por medio de Jesucristo, "obra en nosotros lo que agrada a sus ojos". Todo se cierra con la bendición inclusiva: "La gracia sea con todos vosotros".

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