En este y en los dos capítulos siguientes, tenemos una descripción gloriosa de la realización final de los propósitos de Dios. Comienza con una declaración de la prosperidad material del pueblo descrita en los últimos versículos del capítulo anterior. Primero se habla del amanecer del nuevo día. La nación santa es un centro de luz en medio de la oscuridad circundante. La gloria de Jehová manifiesta, naciones y reyes se reúnen en el nuevo centro.

A continuación se incluye una descripción gráfica de los exiliados que regresaron. Se ve a los hijos e hijas dispersos reuniéndose en casa, llevando consigo las riquezas de las naciones y seguidos por los pueblos.

La ciudad establecida se ve entonces construida por extraños, mientras que los pueblos circundantes se someten o perecen; ya Jehová se le conoce como Salvador, Redentor y Poderoso.

Se establecen las condiciones últimas del mediodía de prosperidad. La prosperidad material y la rectitud moral son el resultado de un gobierno perfecto. La gloria del pueblo será Jehová mismo, y el resultado será un gozo perfecto. Los días de duelo terminarán y toda debilidad se convertirá en fuerza.

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