Aquí se dan dos parábolas sobre la oración. El primero insiste en su necesidad como alternativa al desmayo. El segundo revela los secretos de la oración predominante, a saber, la humildad y un profundo sentido de necesidad. La comparación de las dos oraciones ofrecidas en los recintos del Templo mostrará en el caso del fariseo un sentido de sí mismo que casi excluía la conciencia de Dios, mientras que en el caso del publicano el sentido supremo era el de Dios. El puño fue rechazado. El otro estaba justificado.

Es significativo que los tres evangelistas, Mateo, Marcos y Lucas, muestren que los incidentes de la bendición de los niños y el joven rico estaban unidos. De los hijos nuestro Señor declaró: "De los tales es el Reino de Dios". El personaje que prueba la ciudadanía es el personaje de la infancia.

Al tratar con el joven gobernante, se enfatizó la verdad de que solo a través de la puerta estrecha de la renuncia absoluta a sí mismo es posible que los hombres recuperen la actitud infantil hacia la vida.

Lo que sigue revela que esta renuncia exige el camino de la Cruz. Por un tiempo, estos discípulos evitaron la vergüenza y el dolor de ello. Al final, sin embargo, todos los hombres, salvo Judas, fueron al reino de la muerte con Jesús. El incidente del mendigo ciego revela que la comunión en esa Cruz siempre resulta en compasión y disposición para ayudar a los que están en problemas.

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