En esta parábola de la viña, el Señor esbozó muy gráficamente para esas personas su propia historia nacional, y así los condenó. "Comprendieron que les había dicho la parábola". Estas palabras parecerían insinuar que el rechazo del Salvador por parte de estos gobernantes del pueblo fue más un pecado contra la luz de lo que a veces imaginamos. Tenían una clara comprensión de lo que quería decir, pero pusieron su corazón y su voluntad en su contra.

Una coalición de religión y política, fariseos y herodianos, se acercó como si buscara la verdad y propuso un problema. Con perfecta facilidad, sin recurrir a ningún subterfugio, respondió Jesús. Las cosas del César al César, de Dios a Dios.

A continuación, los saduceos se acercaron a Jesús y le propusieron una posible situación relacionada con la resurrección. Nuestro Señor respondió declarando su ignorancia. "¿No es por esto que erráis, que no conocéis las Escrituras ni el poder de Dios?" (verso de marzo 12:24).

A continuación, un escriba hizo una pregunta muy sutil. En respuesta, nuestro Señor reafirmó la verdad esencial de la unidad de Dios, y luego pronunció los dos grandes mandamientos, mostrando que eran grandes, no por comparación, sino por inclusión.

Habiendo respondido a los interrogadores, el Señor llevó el conflicto al campamento del enemigo y les hizo una pregunta. No les hizo ninguna broma para "atraparlos en su charla". Estaba revelando una verdad, y Su pregunta llevó a los hombres a un lugar donde podrían ver algo del método divino y comprender Su propia posición y misión.

Luego siguió una descripción de los escribas tal como los veía: hombres egocéntricos, deseando todo el espectáculo exterior; opresores, devoradores de casas de viudas; hipócritas! Por fingir hacer largas oraciones. Hombres impíos. Recibiendo mayor condenación.

Y una vez más nos encontramos cara a cara con la aguda observación del Maestro de todo lo que pasó a su alrededor, pero esta vez en otra aplicación. Al ver el vacío de las largas oraciones, también observó el valor del regalo del sacrificio; y Su estimación declara que esos dos peniques valían más en la economía del cielo que todos los dones de los ricos, que carecían del elemento del sacrificio.

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