Habiendo declarado así la causa de la contaminación, el siguiente mensaje del profeta se dirigió especialmente al sacerdote, al pueblo y al rey. Primero a los sacerdotes y al rey como ancianos, y en consecuencia responsables, pero también al pueblo como culpable de seguir la pista falsa. El mensaje confirmó el conocimiento divino del estado de las cosas. Efraín se había prostituido; Israel fue contaminado. Así se reconocieron los hechos externos y la condición interna. Se anunció el juicio inevitable.

Efraín e Israel tropezarían, también Judá. Habría una búsqueda infructuosa de Dios cuando fuera demasiado tarde. El profeta se ocupó más particularmente del juicio e indicó un método triple. El primero sería por la polilla y la podredumbre. Estos ya estaban en funcionamiento. Eran los emblemas de la lenta destrucción.

Efraín, consciente de su presencia, se había dirigido a Asiria en busca de ayuda. El segundo sería por el cachorro de león, que sugiere el nuevo carácter de juicio fuerte y devorador decidido contra el pueblo pecador. El método final de juicio sería el más terrible de todos: el alejamiento de Dios de su pueblo, de cuya aflicción el profeta declaró que buscarían su rostro.

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