Este es el canto de un exiliado y, además, de un exilio entre enemigos que no simpatizan con sus convicciones religiosas. Clama a Dios con toda la intensidad de quien conoce a Dios y se preocupa supremamente por el honor del nombre de Dios. Su mayor dolor es su pregunta burlona sobre su Dios. Por el contrario, recuerda estar en medio de la adoración de multitudes, su líder y compañero.

En medio de su dolor, apela a su propia alma en el lenguaje de la esperanza y la confianza. Hay un gran conflicto en el interior, porque afirma: "Mi alma está abatida". Note cuidadosamente el heroísmo del hombre. Hace de sus molestias e inquietudes la ocasión de recordar a Dios. Fuera del lugar del exilio, dirige sus pensamientos a Dios. El resultado no está amortiguando su sentido de dolor, sino más bien estableciendo una relación correcta con Dios.

Los problemas han venido en forma de cataratas, olas y oleajes, pero todos son propiedad de Dios. "Tus cataratas ... Tus olas ... Tus olas". Cuando el dolor se establece en esta relación, hay una conciencia de amor durante el día; hay en la noche una canción y una oración. El problema sigue ahí, la opresión y el oprobio del enemigo, pero también continúan el valor, la esperanza y la convicción de la liberación venidera. Es un salmo maravilloso y ha sido el cántico de muchas almas afligidas pero confiadas.

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