"Y Leví le hizo un gran banquete en su casa, y había una gran multitud de servidores públicos y de otros que estaban sentados a la mesa con ellos".

Levi no les dio la espalda a sus compañeros servidores públicos ni a sus amigos. Lanzó una última gran fiesta final y los invitó a conocer al nuevo profeta. Y debido a que era bien conocido, muchos vinieron. Incluiría a muchos que prestaron poca atención a las sutilezas de los fariseos, aunque debemos notar que Jesús casi con certeza las observó, porque no fue objeto de críticas personales por parte de los fariseos.

Sin duda lo estaban observando atentamente por si hubiera alguna flojedad en su comportamiento. Fue el motivo detrás de la fiesta lo que lo hizo bien. No fue una mirada prolongada a su vida pasada, sino un intento de llegar a sus amigos y compañeros de trabajo con el Evangelio.

Sin embargo, no se habrían sentido complacidos con la presencia de Jesús, como tampoco lo estaban con sus discípulos. Incluso mezclarse con esas personas corría el riesgo de una impureza ritual.

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