Y los demonios le rogaron, diciendo: "Si nos echas fuera, mándanos a la piara de cerdos". '.

Los demonios, reconociendo Su autoridad y Su dominio, suplicaron que se les permitiera entrar en esos lejanos cerdos. No querían estar totalmente desencarnados porque eso habría significado que si no podían encontrar pronto un cuerpo para poseer, tendrían que ir a encontrar su destino final. Jesús también sabía lo importante que sería para los dos hombres estar seguros de que los demonios los habían abandonado, así que les dio permiso. Para Él, estos dos pobres endemoniados y su cordura valían más que una piara de cerdos.

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