1 Corintios 7:7

Las virtudes sociales y severas (para el día de San Felipe y Santiago).

I.Santiago, apodado el Justo, fue notable por la severidad de una vida mortificada y una santidad mansa y austera, de modo que la muerte violenta a la que fue sometido por los judíos fue considerada incluso por sus propios compatriotas como trayendo por el juicio divino sobre su nación. Su epístola se comprende mejor cuando tenemos esto en cuenta. De ahí sus memorables preceptos de la bienaventuranza de la paciencia, de la sabiduría buscada desde arriba, de la fe y la oración; de ahí sus sentenciosos proverbios breves de sabiduría celestial y los dichos de un hombre de Dios, intercalados con esa dulzura que siempre se encuentra en la abnegada devoción.

San Felipe, en cambio, parece más bien un ejemplo de caridad social y fraterna, de fácil acceso a todos, buscado y buscado en la amistad cristiana; como cuando va a Natanael, con San Andrés, y cuando los griegos, que verían a Jesús en la última Pascua, vienen a él. Por grande que sea la bendición de tal temperamento tanto para sí mismo como para los demás, sin embargo, su deficiencia tiende a ser en esto, que comprende menos esos misterios espirituales de Dios que se revelan al corazón en el secreto y la soledad de espíritu. De ahí esa queja en las palabras de nuestro Señor en el Evangelio de hoy: "¿Hace tanto tiempo que estoy contigo, y aún no me conoces, Felipe?"

II. Sin embargo, debe observarse que la gracia cristiana armoniza y llena el carácter de tal manera, que tales diversidades personales no deben extenderse demasiado. Santiago el Menor fue muy amado por todos los cristianos por su singular mansedumbre; y sin duda San Felipe, en las prácticas de la mortificación, llegó a comprender los secretos de la sabiduría divina; sin embargo, bajo el mismo espíritu, subsisten algunas de tales diversidades y diferencias de carácter; y en las palabras del texto, "Cada uno tiene su propio don de Dios; uno según esta manera, y otro después".

I. Williams, Las epístolas y los evangelios, vol. ii., pág. 373.

Referencias: 1 Corintios 7:10 . RS Candlish, Personajes de las Escrituras y Misceláneas, pág. 156. 1 Corintios 7:10 . FW Robertson, Lectures onCorinthians, pág. 103. 1 Corintios 7:14 .

Expositor, primera serie, vol. x., pág. 321. 1 Corintios 7:16 . Preacher's Monthly, vol. ix., pág. 173. 1 Corintios 7:17 . J. Irons, Thursday Penny Pulpit, vol. xi., pág. 53. 1 Corintios 7:18 . FW Robertson, Sermones, tercera serie, pág. 156.

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