2 Reyes 2:14

Eliseo estaba ansioso por hacer que su trabajo en su día y generación fuera uno de servicio, y esta ansiedad se manifestó en la petición que presentó. La respuesta que dio Elías fue que él podría tener ese espíritu de aptitud si tuviera otro espíritu, a saber, el de la perspicacia. Demostró que tenía ese poder de intuición, y ahora había llegado el momento en que debía poner en práctica los poderes que deseaba. El río Jordán se interpuso entre él y su trabajo.

¿Podría romper ese obstáculo y entrar y tomar posesión de la esfera del deber donde su corazón deseaba morar? Fue un momento de crisis, pero recordó la fuerza que había fortalecido a su amo, y las dificultades desaparecieron y los obstáculos fueron vencidos.

I. El esfuerzo realizado por Eliseo fue la afirmación de su propia personalidad, y esto todo hombre está obligado a hacer en algún momento u otro frente al mundo. Fue en la realización de su propia personalidad que encontró poder y ganó la sumisión de los hijos de los profetas.

II. Sólo en una crisis de la vida se nos anima, casi coaccionado, a hacer valer esta responsabilidad. Cuando se produce algún cambio en nuestra vida, y por primera vez estamos conscientemente solos, descubrimos cuán débiles han sido los recursos a nuestro alcance. Hemos vivido como vivió Eliseo, dependiendo en gran medida de la superioridad intelectual y el fervor moral de algún gran maestro religioso.

Hemos sido como hombres negociando con capital prestado. Un tiempo de crisis así trae sus trampas, y hay dos tentaciones propias. Existe (1) la supresión de la personalidad debido a la vanidad, y (2) la supresión de la personalidad debido a la desconfianza y, puede ser, a la imitación. Existe el peligro de ambas tendencias. Ignorar el pasado es imposible, y avanzar para captar la herencia del futuro depende de que nos mantengamos en el punto más alto al que nos han llevado las generaciones pasadas. Eliseo tomó el manto de Elías, el legado del pasado, pero también lo hizo suyo. Entonces se convirtió para él en un poder.

III. El principio de personalidad es el principio vital del cristianismo. Porque debajo del credo cristiano existe una personalidad eterna, así que hasta que Él muera, debe vivir.

Obispo Boyd-Carpenter, Oxford and Cambridge Journal, 7 de febrero de 1884.

Referencias: 2 Reyes 2:14 . Revista homilética, vol. xiii., pág. 202; E. Monro, Sermones prácticos sobre el Antiguo Testamento, vol. ii., pág. 391; Spurgeon, My Sermon Notes, pág. 87. 2 Reyes 2:14 . A. Edersheim, Eliseo el profeta, pág. 31; Homiletic Quarterly, vol. i., pág. 113.

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