Y tomó el manto de Elías que se le había caído, y golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová Dios de Elías? y cuando él también hubo herido las aguas, se partieron acá y allá; y Eliseo pasó.

Golpeó las aguas. El ondear del manto sobre el río, y la división milagrosa de las aguas como consecuencia de ello, era una evidencia de que el Señor Dios de Elías estaba con él; y como este milagro fue presenciado por los eruditos de los profetas de Jericó, inmediatamente reconocieron la preeminencia de Eliseo, como ahora el profeta de Israel. El manto de un sooffee viejo legado a un joven, equivale a hacerlo heredero o sucesor.

El manto de un derviche se considera sagrado y se valora como un legado precioso, si hubiera pertenecido a un derviche importante. Tales ideas siempre han prevalecido en Oriente' (ver ejemplos en 'Missionary Labors' de Joseph Wolff, p. 493, etc.)

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