2 Samuel 24:1

No vemos inmediatamente después de que se menciona cómo estuvo mal que David contara a la gente; es decir, en la expresión moderna, hacer un censo de la población. Tenemos un censo de la población que se realiza a determinados intervalos, y esto no es incorrecto, pero sí muy adecuado y útil. ¿Cuál es la diferencia entre las circunstancias de los hijos de Israel y las nuestras?

I. Observe primero el objeto con el que se realizó este acto. Estaba muy claro lo que David tenía en mente al enumerar a la gente. Era uno de esos pasos que los reyes de las naciones vecinas solían dar de vez en cuando cuando querían saber qué tan fuertes eran y qué guerras podían llevar a cabo, qué países podían invadir y qué ciudades podían tomar. Este era el camino del mundo pagano, a quien se les pidió especialmente a los israelitas que no imitaran.

Dios no pretendía que fueran una nación conquistadora; eran una nación santa, un pueblo peculiar, a quien Dios había admitido en un pacto especial consigo mismo. El acto de David fue de vulgar ambición real, en absoluta contradicción con los designios expresos de Dios para el pueblo judío. A Dios le agradó con una terrible visitación controlar de inmediato este nuevo temperamento y suprimir desde el principio este peligroso objetivo.

II. Otra razón por la que el acto de David fue pecaminoso fue que se llevó a cabo bajo una dispensación muy diferente a la que vivimos. Para los judíos, Dios no solo era su Dios en el cielo, sino también su Rey en la tierra. Cualquier cosa que interfiriera con esta soberanía Divina especial era traición, porque el pueblo elegido no debía establecer gobiernos y modos de política por sí mismos, como lo hacían otras naciones, sino que debía esperar la voz de su Rey Divino. David era solo rey bajo un Rey Divino, y no tenía derecho a estar construyendo grandes planes con su propia cabeza.

III. Hay un sentido, y un sentido muy verdadero, en el que el pecado de David se aplica a nosotros. A la gente le gusta mucho enumerar las cosas buenas que tiene o se supone que tiene. Este es el peligro al que se refiere nuestro Señor cuando dice: "No os hagáis tesoros en la tierra ... porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón"; es decir, siempre estarás cavilando en tu corazón sobre ellos, y llenarán tu mente hasta excluir todos los pensamientos espirituales.

La Biblia nos saca de nosotros mismos y nos dirige a Dios como el gran objeto de nuestro amor, y en Él a nuestro prójimo. "Buscad primero el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas".

JB Mozley, Sermones parroquiales y ocasionales, pág. 72

Referencias: 2 Samuel 24:1 . H. Thompson, Concionalia: Esquemas de sermones para uso parroquial, vol. i., pág. 349; F W. Krummacher, David Rey de Israel, pág. 478; Revista Homilética, vol. Vi., P. 171.

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