Filipenses 2:1

Dos incitaciones al amor.

I. Es la ternura y la compasión lo que San Pablo quiere que los filipenses practiquen, y se esfuerza por ganarlos para la práctica mediante el reconocimiento y el anuncio de la ternura y la compasión que ya eran suyas. Escucha, dice, escucha los latidos de amor dentro de ti y sé amoroso. He aquí que llevas dentro de ti una sensibilidad orgullosa y fraternal; expandir y aplicar. Los atraerá para que sean más amables de lo que son al mostrarles la amabilidad que sienten.

Y esta es la mejor manera de ayudar y persuadir a los hombres para que mejoren, la mejor manera de tratar de llevarlos de las cosas más bajas a las más altas, de una conducta indigna a una más digna, es decir, aferrándose a lo que son, en medio de sus faltas. , eso es bueno y hermoso, sobre lo que tienen de buenos y hermosos movimientos en sus pechos, tocándolos y llamando su atención sobre ellos y exigiendo que sean cultivados y seguidos.

II. "Si hay algún consuelo en Cristo". Eso es bastante cierto. Cuántos lo han encontrado y lo están encontrando diariamente en Él. Pero la verdadera traducción de la palabra es "exhortación". Cuando, al ordenar a los filipenses que cultiven el amor, el Apóstol les señala a Cristo, seguramente no será consuelo lo que él quería que encontraran en Él, sino exhortación, exhortación al amor al que estaba tan ansioso de conducirlos.

Y la figura de Jesús en medio de las edades no es solo esto: una exhortación perpetua a los hombres a ser un poco mejores de lo que son, a ser menos mundanos, menos humillantes, menos egoístas, a elevarse de sus niveles más bajos a más altos. caminos, con un espíritu más noble y más puro? ¿Y no nos hemos encontrado también con personas que en sus ejemplos silenciosos, en sus hermosas vidas, en el espíritu que respiran de ellas, se han sentido llenas de exhortación hacia nosotros, en presencia de cuya pureza y seriedad, al ser testigos de cuyas obras? , nos hemos sentido llamados a alturas por encima de nosotros, hemos visto con un toque de vergüenza la comparativa pobreza de lo que éramos y con un suspiro de ilusión lo más verdadero que podríamos ser? ¿Y no es Cristo preeminentemente una Persona así? Cada vez que nos encontramos con Él en reflexivas pausas, por cierto, en momentos de tranquila meditación sobre la página del Evangelio, ¿No actúa sobre nosotros así, con murmuraciones de auto-descontento, con una sensación de ser más toscos y terrenales de lo que deberíamos ser? Él se destaca como un ángel en el sol, por siempre sobre todos nosotros, pero siempre moviéndose y afectándonos a todos: pintado para siempre en el ojo del mundo, no podemos evitar aspirar y esforzarnos más por la grandeza de Su rostro; nos perturba en nuestra mundanalidad y egoísmo, y siempre nos exhorta en contra de ellos, siempre nos apela a elevarnos hacia cosas más nobles.

SA Tipple, Sunday Mornings at Norwood, pág. 197.

Referencias: Filipenses 2:1 . Spurgeon, Sermons, vol. vii., No. 348. Filipenses 2:1 . JJ Goadby, Christian World Pulpit, vol. xv., pág. 293.

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