Génesis 4:8

El pecado encuentra en la propia constitución de la mente humana la maquinaria de su propia retribución.

I. La misma conciencia del pecado destruye la paz del pecador.

II. El pecado tiende a desarrollar el pecado.

III. La conciencia de la culpa va siempre más o menos dolorosamente acompañada de la aprehensión de su descubrimiento.

IV. Un presagio de retribución judicial y eterna es parte del pecado.

V. De todo esto vemos la preciosidad de la obra de Cristo. Se convierte en una realidad para nosotros, solo porque es una necesidad. Se entrega para borrar el pasado.

A. Phelps, El Antiguo Testamento, un libro viviente para todas las edades, pág. 137.

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