Hebreos 11:38

Buen hombre.

I. Nos conviene tener cuidado de cómo juzgamos a los hombres de nuestro tiempo que toman un papel principal en la conducción de los asuntos, y obligan a sus semejantes a que se fijen en ellos. Es bastante fácil cargarlos de halagos si están de nuestro lado; pero si fueran maestros de cosas nuevas, con nuevas formas y nuevas ideas y nuevas formas de hablar, que algunos denuncian y otros se burlan, entonces nos conviene ser cautelosos y pacientes.

Las grandes cosas no se ven tan bien cuando estás cerca de ellas. Puede estar bajo la fachada de San Pedro en Roma y formarse una débil concepción de su magnitud; e incluso cuando se aleja a cierta distancia, se ve oscurecido por la multitud de edificios vulgares que lo rodean. Pero cuando ha viajado veinte millas a través de la campagna llana, y luego gira y busca Roma, es St.

La de Pedro, que veis, como si colgara del cielo, suspendida en el aire lúcido, y la mezquindad abrumadora y circundante ha desaparecido. Y lo mismo ocurre con los grandes hombres. Necesitamos estar a una distancia correcta para estimar su magnitud.

II. De algunos de los hombres de esta lista, difícilmente diría que eran hombres morales o religiosos. Pero se decía que todos habían sido hombres fieles por igual; es decir, hombres llenos de fe. Y aquí podemos notar que la posesión de la fe es la capacidad principal para una vida religiosa, como también es la primera calificación para la conducción exitosa de cualquier gran empresa. Por fe me refiero al agarre firme de alguna convicción, algún propósito u otro, de modo que haya decisión y seriedad, y una línea marcada en la vida.

El hombre que toma una causa y la sostiene y lucha por ella, incluso si la causa es errónea; el hombre que es leal y fiel a una persona, y está a su lado y habla en su nombre, un hombre así, por mundano que sea, por egoísta o inmoral que sea, puede por la gracia de Dios convertirse a la piedad genuina.

W. Page Roberts, Servicio razonable, p. 117.

Referencias: Hebreos 11:38 . HW Beecher, Christian World Pulpit, vol. xv., pág. 406; Preacher's Monthly, vol. iv., pág. 303; Revista del clérigo, vol. i., pág. 217. Hebreos 11:39 ; Hebreos 11:40 .

Homilista, tercera serie, vol. vii., pág. 145; Revista del clérigo, vol. VIP. 94; R. Duckworth, Christian World Pulpit, vol. xxx., pág. 273; Preacher's Monthly, vol. VIP. 289. Hebreos 11:40 . Revista homilética, vol. xii., pág. 114.

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