Juan 17:25

La religión de la vida diaria

I. Estas son las palabras del hombre más grande que jamás haya existido; del fundador de nuestra religión, incluso de Jesucristo, el Hijo de Dios. Fueron dichos la noche antes de Su muerte, acerca de Sus seguidores en la tierra; y supongo que sabía lo que estaba diciendo. Pero esas palabras no son las que muchas personas habrían esperado. Se imaginarían que la oración de nuestro Señor hubiera sido más bien de esta manera: "Te ruego que los quites del mundo, para que estén guardados del mal.

"Pero Cristo no oró así. Tales personas imaginarían que nuestro Señor preferiría haber ordenado a sus seguidores que se retiraran a un desierto, y allí, en medio de la soledad de la naturaleza, a meditar en las cosas espirituales; a preparar sus almas para el cielo. Pero así se lo ordenó. No podemos estar lo suficientemente agradecidos de que Cristo vino, no para llamar a los hombres fuera del mundo, sino para enseñarles cómo vivir en el mundo, no para proscribir el trabajo y los negocios como irreligiosos, sino para santificarlos y ennoblecerlos.

II. Y eso es lo que hizo Cristo, con su ejemplo y con sus palabras, durante toda su vida en la tierra. Él nunca, por ningún acto suyo, animó a aquellos que separarían la religión de los actos comunes de la vida diaria. Sabemos cómo pasó Cristo Su tiempo antes de comenzar Su ministerio; que lo gastó, no lejos de sus semejantes, en algún retiro desolado, en algún desierto solitario; pero que trabajó, como otros hombres, con sus propias manos, como carpintero en la aldea de Nazaret.

Por su ejemplo, nos enseñó que, si queremos vivir una vida cristiana, debemos vivir una vida útil; si lo seguimos a Él ya Su religión, no debemos salirnos del mundo, sino cumplir con nuestro deber en el mundo.

III. Nunca piense que su trabajo, sea el que sea, debe ser un obstáculo para la vida religiosa. Debería ser una ayuda para usted, no un obstáculo. Y será de ayuda para ti, si tan solo recuerdas que al cumplir fielmente con tu deber, estás sirviendo a Aquel que dijo antaño: "Todo lo que tu mano encuentre para hacer, hazlo con tus fuerzas".

J. Vaughan, Christian World Pulpit, vol. xviii., pág. 4.

Referencias: Juan 17:25 . Homiletic Quarterly, vol. i., pág. 75. Juan 18:26 . Revista homilética, vol. vii., pág. 148; WM Taylor, Trescientos bosquejos del Nuevo Testamento, pág. 100. Juan 17:25 ; Juan 17:26 . Spurgeon, Sermons, vol. xxiii., No. 1378.

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