Lucas 10:33

Entre Jerusalén y Jericó.

I. Un hombre cayó en manos de unos ladrones; aquí está el margen negro que rodea a la sociedad civilizada. Quizá sea sólo un hombre aquí o allá quien pueda caer realmente entre los ladrones; pero es de los hombres individuales que aprendemos la verdadera condición de la sociedad que se encuentra más allá de nosotros. Hay un límite más allá del cual, si un hombre da un paso, pasará a la forma más agravada de barbarie.

II. Por allí bajó un sacerdote, como también un levita y un samaritano; de modo que el escape de algunos no debe tomarse como una condena de otros. Los cuatro hombres siguieron el mismo camino, pero solo uno de ellos tuvo mala suerte. Has pasado con seguridad por los caminos de los negocios, la sociabilidad, la aflicción; no conviertas tu huida en un látigo con el que azotar a los menos afortunados.

III. El sacerdote pasó por el otro lado y el levita también. Lo que siempre está siendo hecho por una respetabilidad negativa y que no hace nada. Hay dos lados en la vida; (1) el lado en el que los hombres están muriendo y (2) el otro lado. Podemos elegir nuestro lado. En el primer lado encontraremos (1) algo que conmocionará nuestra sensibilidad; (2) algo que interrumpa nuestra velocidad; (3) algo para gravar nuestros recursos. En el lado opuesto encontraremos un camino despejado hacia la infamia y el infierno del remordimiento eterno.

IV. El sacerdote pasó y también el levita, por lo que los nombres sagrados no son garantía para los servicios sagrados. Es terrible que la naturaleza caiga por debajo del nombre.

V. Pero cierto samaritano tuvo compasión de él, hay fuentes inesperadas de ayuda en la vida. Esta reflexión es de gran valor práctico ya que muestra (1) que todos necesitamos ayuda; (2) como proteger a los hombres de la desesperación; (3) como muestra de que nosotros mismos podemos convertirnos en ayudantes inesperados de otros. La aplicación cristiana de este estudio es obvia. (1) La vida es un viaje peligroso. (2) Los hombres perdidos nunca serán salvados por la piedad formal.

(3) El verdadero Ayudador es el mismo Ser a quien hemos ofendido. El Maestro de esta parábola es el ejemplo de su doctrina benéfica. El maestro siempre debe ser la explicación de su propia lección.

Parker, City Temple, vol. ii., pág. 25.

Referencias: Lucas 10:33 ; Lucas 10:34 . JE Vaux, Sermon Notes, segunda serie, p. 26; C. Kingsley, Disciplina y otros sermones, pág. 154; Sermones sencillos de los colaboradores de "Tracts for the Times", vol. iv., pág. 177. Lucas 10:34 . J. Vaughan, Sermones, tercera serie, pág. 41.

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