Pero cierto samaritano, yendo de camino, llegó donde estaba; y cuando lo vio, tuvo compasión de él. Un samaritano uno de una raza y religión completamente diferente, y por lo tanto, como hereje y cismático, más odioso para los judíos que cualquier otro gentil. Sin embargo, este despreciado samaritano tuvo piedad del pobre viajero que había sido abandonado tanto por el sacerdote como por el levita. De ahí aprendemos que no sólo nuestros amigos sino también nuestros enemigos son nuestros prójimos, y Cristo presenta a este samaritano como un ejemplo de bondad y amor fraternal, porque tuvo compasión de uno que era aborrecible para sí mismo y para su pueblo.

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Antiguo Testamento