Lucas 23:16

Nota:

I. Que las pruebas y sufrimientos de Jesucristo fueron esenciales para la perfección de Su carácter como nuestro Gran Ejemplo. Ha habido en el mundo ejemplos de paciencia y resignación y sumisión a la voluntad de Dios, pero no ha habido ninguno como el de Jesucristo.

II. Los sufrimientos de un Redentor como sustituto del hombre han causado una maravillosa impresión en la mente humana. Desde que comenzó el mundo, nunca se ha llevado a cabo una transacción como ésta, ningún expediente como éste ha podido influir en el corazón humano o detener la marea creciente de la corrupción humana. La inundación arrasó con un mundo culpable, y la impresión causada por esa terrible manifestación de desagrado Divino pronto fue olvidada.

Pero el evento del Calvario atrajo la atención, afectó los corazones y cambió el carácter de miles. Los. Además, la impresión que produce es del mismo carácter que se necesita. Una impresión no más clara de la disposición de Dios a perdonar el pecado que de su disgusto por el pecado.

III. La Cruz de Cristo es una demostración de amor, una garantía de confianza, un llamamiento a todo lo noble y generoso de la naturaleza humana. No cuestiono que la obra del Redentor tomó su forma peculiar tanto para satisfacer los sentimientos de los corazones humanos como para satisfacer los requisitos de la justicia y la verdad de Dios. Nuestros sentimientos hacia Dios son naturalmente los de desconfianza y oposición, y eso simplemente porque somos pecadores; y estos sentimientos deben dominarse antes de que podamos ser salvos; y deben ser dominados por una inequívoca y abrumadora demostración de amor; y lo tenemos en la Cruz, porque allí Dios está en Cristo, reconciliando al hombre consigo mismo.

El Redentor no se vio obligado a sufrir; pero debido a que amaba tanto al hombre, la oscuridad cada vez más espesa de la maldición sólo lo ataba más rápidamente a Su obra; Vio, soportó, triunfó bajo la influencia del amor al hombre; y ahora Él no sólo nos muestra que podemos confiar en Él, sino que dirige Su llamado a nuestro corazón.

E. Mason, A Pastor's Legacy, pág. 42.

Referencia: Lucas 23:20 . El púlpito del mundo cristiano, vol. xi., pág. 270.

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