Mateo 8:3

Note en el toque de Cristo a los enfermos

I. Su fe que fija y confirma en sí mismo, el Sanador. Es en condescendencia con la debilidad humana que Él pone sus manos sobre la gente enferma; creemos en poco que no podemos ver. El dolor y la enfermedad son tan sensibles que buscamos muestras igualmente sensibles de la energía del restaurador. Cristo vino al mundo para curar enfermedades; y la fe en Él, como Sanador, era esencial para la curación. Con su toque, fijó los pensamientos de los hombres en sí mismo; esta fue la promesa de curación mediante la cual estimuló y confirmó su fe.

II. Su respuesta a nuestro anhelo de simpatía. La capacidad de Cristo para curar habría sido la misma, aunque nunca había tocado a una persona enferma de todas; pero las multitudes cansadas no habrían procurado ser llevadas a él. Algo muy pequeño fue este toque, incluso como una indicación de un propósito bondadoso; pero era lo más pequeño que necesitaba un enfermo sensible.

III. El símbolo de que Él cargó con nuestras debilidades y cargó con nuestros pecados. Él "tocó" nuestra naturaleza en toda su contaminación. No se apartó de él, sino que lo tomó sobre sí mismo y cargó con su vergüenza y sufrimiento. Mil se suscribirán a un hospital, para quien convivirá con el idiota o deforme; mil pagarán al médico ya la enfermera, por uno que entre en la cabaña de los enfermos miserables y pase una noche allí.

Se necesita mucha educación de sí mismo para reprimir el instinto de rebelión ante la horrible enfermedad que tenemos ante nosotros. Vuélvase ahora y lea acerca de Cristo, que tocó a los enfermos y los sanó. Verá que al lidiar con las enfermedades corporales, no hizo más que simbolizar cuán enteramente había asumido la pecaminosidad humana.

A. Mackennal, Toque sanador de Cristo, pág. 1.

Referencias: Mateo 8:3 . Revista del clérigo, vol. xiv., pág. 18; HJ Wilmot-Buxton, La vida del deber, vol. i., pág. 75; J. Keble, Sermones para Navidad y Epifanía, pág. 463. Mateo 8:5 . JW Burgon, Ninety-one Short Sermons, pág.

17. Mateo 8:5 . Homiletic Quarterly, vol. i., pág. 54. Mateo 8:5 . Parker, Vida interior de Cristo, vol. ii., pág. 12; Revista del clérigo, vol. iii., pág. 211; Ibíd., Vol. xii., pág. 25. Mateo 8:5 .

Outline Sermons to Children, pág. 116. Mateo 8:7 . G. Matheson, Momentos en el monte, pág. 147; Spurgeon, My Sermon Notes: Gospels and Hechos, pág. 18. Mateo 8:7 ; Mateo 8:13 . Ibíd., Sermones, vol. xxiv., nº 1.422.

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