Mateo 9:18 , Mateo 9:23

La crianza de la hija de Jairo.

I. Los milagros de la resurrección de entre los muertos, de los cuales este es el primero, siempre se han considerado como los resultados más poderosos del poder de Cristo; y con justicia. También son aquellos en los que la incredulidad es más fácil de tropezar, y se encuentran en un contraste más directo que cualquier otro con todo lo que nuestra experiencia ha conocido. La línea divisoria entre salud y enfermedad no está definitivamente fijada; las dos condiciones se funden una en la otra, y la transición de ésta a aquella es frecuente.

De la misma manera, las tormentas se alternan con la calma; el tumulto más feroz de los elementos se calma al fin; y la palabra de Cristo, que calmó la tempestad, anticipó y efectuó en un momento lo que las mismas condiciones de la naturaleza debieron haber efectuado al final. Pero entre el ser y la negación del ser la oposición no es relativa, sino absoluta; entre la muerte y la vida hay un abismo que ningún hecho proporcionado por nuestra experiencia puede ayudarnos a superarlo, ni siquiera en la imaginación. Por lo tanto, no es nada maravilloso que los milagros de esta clase sean señales más contrarias que cualquier otra entre todas las maravillas del Señor.

II. Nótese la relación entre los tres milagros de este carácter trascendente; porque no son exactamente el mismo milagro repetido tres veces, sino que pueden contemplarse como en una escala de dificultad siempre ascendente, cada una de las cuales es una manifestación del gran poder de Cristo más maravillosa que la anterior. La ciencia misma ha llegado a la conjetura de que los últimos ecos de vida resuenan en el cuerpo mucho más tiempo de lo que comúnmente se supone; que por un tiempo está lleno de reminiscencias de la vida.

Siendo esto así, reconoceremos enseguida en la vivificación de aquel que llevaba cuatro días muerto una maravilla aún más poderosa que en la resurrección del joven que fue llevado a su entierro; y de nuevo, en ese milagro, una manifestación más poderosa del poder de Cristo que en el presente, donde la llama de la vida, como una vela recién apagada, se reavivó aún más fácilmente, cuando se puso así en contacto con Aquel que es la fuente-llama de toda vida.

Inconmensurablemente más estupenda que todas estas será la maravilla de esa hora en que todos los muertos de antaño, que habrán yacido (algunos de ellos durante muchos miles de años) en el polvo de la muerte, serán convocados y abandonarán sus tumbas. con la misma voz vivificante.

RC Trench, Notes on the Miracles, pág. 191.

Referencias: Mateo 9:18 . Revista del clérigo, vol. iii., pág. 280; Homiletic Quarterly, vol. i., pág. 469. Mateo 9:20 . J. Ker, Sermones, pág. 186.

Continúa después de la publicidad
Continúa después de la publicidad