Salmo 119:46

Una religión silenciosa o una religión hablante, ¿cuál será? David dice: "Hablaré". ¿Que decimos? Con demasiada frecuencia decidimos guardar silencio.

I. Sostengo que la diferencia entre una religión silenciosa y una religión hablante es la diferencia entre una Iglesia muerta y una viva. Los hombres vivos deben hablar. La seriedad no puede ser tonta; si se detiene por un momento, no es más que la pausa de una corriente que se acumula, que se profundiza para que pueda fluir con mayor rapidez. El silencio puede arruinar. El descuido de la oportunidad de pronunciar la palabra correcta puede no solo poner en peligro, sino destruir absolutamente el destino de un alma.

II. El tema sobre el que David dice que hablará son los testimonios de Dios. ¿Ha elegido un tema estéril? Mire el alcance, la claridad y el énfasis de estos testimonios, y dirá que nunca el hombre eligió un tema tan fructífero, tan abundante. Si hay una lección más clara que otra, es que nos quedamos sin excusa si no hablamos de los testimonios divinos. Las oportunidades ocurren todos los días. Surgen circunstancias en las que ninguna palabra puede ser tan hermosa, tan conmovedora, tan concisa, tan real.

III. David dice que hablará de los testimonios divinos ante los reyes. Cometemos un grave error al no hablar con nuestros iguales, especialmente con los que nos rodean. Los testimonios de Dios son para todos los días de la semana. Hay algo muy maravilloso, pero no del todo inexplicable, en la vergüenza humana en relación con los testimonios divinos. En nuestros días, evangelio y secta se han convertido en sinónimos. Pero déjeme recordarle que si el creyente no habla del testimonio Divino, ¡el incrédulo lo hará! Si hay silencio en la Iglesia, no hay silencio en el campo del enemigo.

Parker, miércoles por la noche en Cavendish Chapel, p. 87.

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