Que los hombres del lugar le ayuden con plata.

Ofrenda espontánea

“No hace muchos años”, escribe un clérigo, “tuve ocasión de solicitar fondos para ayudar en el enjuiciamiento de una obra de benevolencia. Entré en la oficina de un amigo cristiano, con quien tenía una relación parcial, y de paso mencioné el desagradable asunto que tenía ante mí, y le pregunté por la residencia de cierto individuo benevolente, y agregué que esperaba obtener un dólar de él.

Después de recibir instrucciones, me volví para salir. 'Pero detente', dijo este hermano, 'supongamos que me dejas tener el privilegio de contribuir con un poco del dinero que el Señor me ha prestado para esta causa. Déme 20 libras esterlinas. Le expresé mi sorpresa de que contribuyese tan generosamente y le comenté que me sentiría obligado a no acudir a él muy pronto para una misión similar. —Bien, entonces —dijo—, hermano mío, creo que te equivocarás mucho con tu deber.

Si supieras cuánto placer me produce aportar mi sustancia al Señor, no sentirías reticencia en volver a llamar. Y ahora déjeme pedirle que, cuando se dedique a un asunto similar, que nunca me deje pasar. Llame y creo que podré hacer algo; y si no, mis oraciones irán contigo. '”( Señal. )

Un estímulo a la generosa ofrenda

Hace dos semanas les dije que tenían que recaudar tres mil dólares para pagar las reparaciones de esta casa. Se enviaron los platos y se recaudaron unos seiscientos dólares. Estaba profundamente avergonzado y todavía no lo he superado. La semana pasada vinieron los fideicomisarios y me preguntaron si volvería a nombrar el asunto, y dije: "No, no lo haré". Pero esta semana, tras su solicitud renovada, he consentido en hablar una vez más.

Si esto no funciona, puede pagar su deuda como pueda, porque nunca volveré a mencionarlo. No voy a ser una bomba para meter en los bolsillos de los hombres para forzar lo que debería surgir libremente. Cuando el cirujano llega a un lugar donde debe cortar, es mejor que corte. Durante más de un año he visto que nuestras colecciones de platos se volvían cada vez más malas. No quería enfrentarme a usted con las cosas que tengo que decir hoy, y lo pospuse todo lo que pude.

Ahora hablaré claramente de una vez por todas, sin tener la cara para volver a sacar el tema. Esta deuda tiene que ser pagada, y ¿la afrontará honorablemente, y la pagará como hombres, o la dejará gotear, gotear, gotear de usted de mala gana, unos pocos dólares por vez? Puede tomar su elección. No voy a intentar sacarte dinero como lo haría con piedras. La cantidad de mezquindad entre la gente respetable es espantosa. Es necesario tomar un microscopio solar para ver a algunos hombres. ( HW Beecher. )

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