Cuarenta años.

Edad de Moisés y Aarón

Sus edades tendrían una influencia importante en el trabajo de estos dos hombres.

I. Sus edades indicarían que no era probable que se dejaran engañar por el entusiasmo de la juventud. El mundo tarda en confiar en los jóvenes. Pronto sonríe ante sus visiones y se ríe de sus esperanzas entusiastas.

II. Es probable que sus edades impongan el respeto de aquellos con quienes tienen que tratar. El mundo quiere hombres de energía probada y larga experiencia para lograr su emancipación moral; hombres en quienes la pasión ardiente se ha calmado hasta convertirse en una fuerza firme.

III. Sus edades serían un incentivo para la fidelidad, ya que habían pasado la parte más joven de la vida, y se les recordaría con fuerza el futuro. ( JS Exell, MA )

Retraso en entrar en el trabajo de la vida

Aprendamos a no impacientarnos por el descubrimiento de la verdadera obra de nuestra vida. Moisés tenía ochenta años antes de emprender esa noble carrera por la que se convirtió en emancipador y educador de su nación. Pasaron dos tercios de sus días antes de que realmente tocara lo que era su gran, distintivo y peculiar trabajo, y su empresa se llevó a cabo de manera más gloriosa debido a la demora.

Tampoco es este un caso aislado. El mismo Señor Jesús vivió treinta años, durante la mayor parte de los cuales se estaba preparando para un ministerio público, que duró solo cuarenta meses. John Knox nunca entró en un púlpito hasta que tuvo más de cuarenta años; y gran parte del fuego y la energía de su predicación se debió al hecho de que la llama había estado reprimida durante tanto tiempo en su pecho. Havelock era un lúgubre mientras un mero teniente, frenado por el inicuo sistema de compra, que estuvo tanto tiempo en boga en el ejército inglés; pero, como sucedió, no fue más que un aprendizaje de por vida, mediante el cual se le permitió con mayor eficacia convertirse, a la larga, en el salvador del Imperio indio.

Así que nadie se irrita ni se inquieta por la demora que parece impedirle siempre hacer algo para el propósito del mundo y de su Señor. La oportunidad llegará en su propia temporada. Llega, tarde o temprano, a todo hombre; y es bueno si, cuando por fin oye la voz que llama: “¡Moisés! ¡Moisés!" él está listo con la respuesta, "Aquí estoy". Porque aunque quisiera consolarlos con la seguridad de que llegará la hora, no quiero decir que estén ociosos hasta que llegue la hora.

No; porque si adoptas tal plan, la certeza es que no escucharás su golpe, o que no estarás listo para comenzar a su llamado. El verdadero principio es hacer con tu fuerza lo que está a tu alcance día a día, en la firme convicción de que así te estás preparando para estar en forma para tu futura vocación. ( WH Taylor, DD )

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