Y cuando hubo dicho esto, se volvió.

¿Por qué? ¿Simplemente porque ahora no le importaban los destellos de un simple cielo, no sentía interés en el discurso de meros ángeles, sino que solo deseaba que su dolor se fuera ininterrumpidamente? Quizás. Pero algunos de los primeros maestros de la Iglesia pensaron que era porque en este punto del diálogo vio surgir una nueva expresión en los rostros de los dos brillantes, como si de repente mirara una apariencia augusta que amanecía detrás de ella.

Esta explicación es más fascinante y no menos probable que sea cierta; pero no podemos saberlo: sólo sabemos que se volvió, tal vez giró mecánicamente, giró sin interés ni expectativa. ( C. Stanford, D. D. )

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