La casa de José . .. subió contra Betel; y el Señor estaba con ellos.

Éxito en la ejecución de los mandamientos de Dios

Esta obra de la casa de José por la que anduvieron, a saber, tomar esta ciudad de Betel, como Dios se había unido a ellos, pone vivazmente ante nuestros ojos el deber de todo el pueblo de Dios, es decir, de pronto ir y poner sobre la obra que Dios les ha designado, sí, y esto ha de hacerse, cualesquiera que sean los desalientos que se interpongan en el camino para estorbarlos. ¿No les ha mandado Él? ¿Y no es capaz de quitar esos impedimentos, en lugar de que obstaculicen su obra en manos de sus siervos? Porque de lo contrario, si no miramos a Dios por fe, sino lo que está en el camino, y por él nos estorba, echaremos el mandamiento de Dios a nuestras espaldas, y haremos como los que observan el viento y, por tanto, no sembran; y miras demasiado a las nubes, y por tanto no siegas; y así, por temor a inconvenientes, dejaremos pasar los deberes necesarios.

Una vez más, cuando prosperamos y tenemos éxito, bendecimos a Dios y nos alegramos; pero si nos enfadamos, nos maldecimos con impaciencia. Mientras que debería bastarnos con que Dios lo haya hecho así o de otra manera. Y además de la autoridad que Él tiene sobre nosotros, Su generosa recompensa por nosotros en Su servicio, debería animarnos a dedicarnos a toda esa obra; y no solo eso, sino además, viendo que Él manda y quiere que lo hagamos, como puede ser más para nuestra propia comodidad, es decir, de buena gana, de buena gana, con alegría; porque el Señor ama eso en todo Su servicio, como ama al dador alegre.

Y sabemos (por nuestra parte) que los hombres actúan mal en ese trabajo que toman en sus manos de mala gana. Pero quisiera que aun los que son así, hicieran lo que hacen por el mandamiento de Dios con alegría y con deleite por amor del Señor; entonces deberían ser cortados muchos excrementos de las infinitas acciones que se realizan en nuestras vidas, y con tanto pecado removido; También deben evitarse muchas plagas y molestias en la vida de los hombres. ( R. Rogers. )

Los espías vieron salir a un hombre.

Los espías y el hombre de Betel

En este versículo, donde se dice que los espías se encontraron con este hombre que salía de la ciudad, algo debe notarse por la ocasión del hombre y algo por los espías. Por el hombre primero, saliendo con su sencillez de la ciudad (ya sea para salvar su vida o en alguna otra ocasión necesaria), encontrándose con estos espías, y cayendo en tal espanto por ello, que o debe perder la vida o traicionar al ciudad (porque los espías le dijeron: "Muéstranos el camino a la ciudad y te mostraremos misericordia").

Podemos ver con qué apuros y dificultades nos encontramos en esta vida; porque ese peligro que ni tememos ni en el que pensamos una vez, puede sobrevenirnos, incluso arriesgando nuestras vidas, mucho más nuestra ruina, o la pérdida de la mejor de las bendiciones de Dios que disfrutamos, como esposa, hijos, bienes, dic. El hijo de la sunamita fue al campo en el pozo de la mañana, pero murió al mediodía. Esto lo tenemos que aprender por ocasión del hombre.

Ahora de los espías. Los espías le ofrecieron bondad si les mostraba el camino a la ciudad; en el sentido de que lo trataron con amabilidad, en lugar de tratarlo con rudeza y crueldad, buscando tal asunto en sus manos, hicieron lo que les correspondía. Pero siendo él una de las naciones malditas, ¿cómo podrían prometerle misericordia? Porque aunque ya le habían hecho eso a Rahab antes, ella se volvió hacia la religión de ellos; y así los gabaonitas les sirvieron como siervos, y también abrazaron su religión.

Pero nada se puede decir de este hombre, porque fue a los hititas, de las siete naciones malditas, y habitó allí. Yo respondo, debemos interpretar las leyes de Dios contra los cananeos, y en cuanto a desarraigarlos, mitigándolos con esta equidad, que si ellos hicieron las paces con Israel, no deben desarraigarlos. Y esto aparece por lo que está escrito en Josué, que estas naciones fueron desarraigadas, al ver que ninguna de ellas, salvo los gabaonitas, hizo las paces con los hebreos.

Y siendo esto así, enseña a todos los hombres a tratar con bondad incluso a los malos y a ser inofensivos para con ellos. Y nuevamente, ¡oh, si pudiéramos tratar con compasión, bondad y amor a los miserables y afligidos; y que se usaron todos los medios más suaves para rescatar a los ofensores, de los cuales hay esperanza, como los que están como este hombre de Betel, en gran angustia, que no se hace pero muy raramente, y por lo tanto hay mucha dureza de corazón en esos a quien es descuidado, y obstinación, que los lleva a toda profanación e impenitencia. ( R. Rogers. )

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